Declaración de Monseñor Kevin J. Sweeney Obispo de la Diócesis de Paterson sobre el fallecimiento del Reverendo Rafael Ciro
Declaración de Monseñor Kevin J. Sweeney Obispo de la Diócesis de Paterson sobre el fallecimiento del Reverendo Rafael Ciro - <img width="150" height="150" src="https://beaconnj.org/wp-content/uploads/2025/08/RevCiro_7374-1-150x150.jpeg" class="attachment-thumbnail size-thumbnail wp-post-image" alt="" />“Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan…” – Salmo 23  Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo,  Con profunda tristeza compartimos este pasado miércoles la noticia de la repentina muerte del P. Rafael Ciro, párroco de la Iglesia de San Esteban en Paterson. Hemos recibido ahora confirmación oficial del Médico Forense de que la causa de la muerte del P. Rafael fue suicidio.  El P. Rafael fue un sacerdote fiel, alegre y entregado desde su Ordenación el 25 de mayo de 2013. La Palabra de Dios nos enseña que “…llevamos

“Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan…” – Salmo 23 

Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo, 

Con profunda tristeza compartimos este pasado miércoles la noticia de la repentina muerte del P. Rafael Ciro, párroco de la Iglesia de San Esteban en Paterson. Hemos recibido ahora confirmación oficial del Médico Forense de que la causa de la muerte del P. Rafael fue suicidio. 

El P. Rafael fue un sacerdote fiel, alegre y entregado desde su Ordenación el 25 de mayo de 2013. La Palabra de Dios nos enseña que “…llevamos este tesoro en vasijas de barro…” (2 Cor. 4,7). Un sacerdote, como todo ser humano, no está exento de la enfermedad. Aunque la mayoría entendemos que una enfermedad física puede ser fatal, no siempre reconocemos que lo mismo puede ser cierto respecto a la enfermedad mental. El P. Rafael luchó la buena batalla en sus combates con la enfermedad mental, y no estuvo solo en esa lucha. 

La profunda desesperación que puede llevar a una persona de fe a esta conclusión terrena está más allá de nuestra plena comprensión. Por ello, encomendamos al Padre Ciro, a sus seres queridos afligidos y a sus hermanos sacerdotes en la oración, pidiendo la consolación que solo Dios puede dar. 

El Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda en momentos como este: 
“No debemos desesperar de la salvación eterna de las personas que se han dado muerte. Dios puede haberles proporcionado, por caminos que Él solo conoce, la ocasión de un arrepentimiento saludable. La Iglesia ora por las personas que se han quitado la vida.” (CIC 2283). 

Con esta certeza, confiamos al Padre Rafael a la infinita misericordia de Dios, rico en compasión. 

Sacudidos en lo más profundo por esta tragedia, nuestra fe en la vida eterna en Cristo permanece como luz en la oscuridad. Frente al duelo, somos sostenidos por los ritos de fe de la Iglesia y la esperanza en la resurrección de Jesucristo, nuestro Buen Pastor, quien vence el pecado y la muerte. Como Jesús nos prometió: “Les he dicho esto para que tengan paz en mí. En el mundo tendrán tribulación; pero ¡ánimo!, yo he vencido al mundo” (Jn 16,33). Pronto se darán a conocer los detalles de las exequias del Padre Ciro, para que podamos llorarlo juntos y pedir la misericordia de Dios con esperanza. 

A quienes puedan estar luchando con desafíos de salud mental o pensamientos suicidas, sepan que hay ayuda disponible y que existe esperanza de sanación. Quien necesite asistencia inmediata debe comunicarse con su proveedor local de salud mental o llamar/textar al 988, la Línea Nacional de Prevención del Suicidio y Crisis. 

Ninguno de nosotros podrá comprender completamente los temores y luchas del Padre Rafael. Sin embargo, sabemos que luchó con valentía para encontrar la paz que tanto anhelaba. La sombra de este momento no disminuye la luz brillante de su espíritu. Invitamos a todos los fieles a unirse en oración, recordando no solo sus luchas, sino también las múltiples formas en que reflejó la alegría y el amor de Cristo en medio de nosotros. 

La firme fe que el Padre Rafael vivió y celebró cada día en la Santa Misa es que en la muerte, “la vida se transforma, no termina”. En nuestro bautismo hemos sido revestidos de inmortalidad. Oramos para que, por la misericordia de Dios, el Padre Rafael descanse ahora en el abrazo de la morada celestial preparada para todos los fieles. 

Concédele, Señor, el descanso eterno, y brille para él la luz perpetua. 
Descanse en paz. Amén. 

Declaración de Monseñor Kevin J. Sweeney Obispo de la Diócesis de Paterson sobre el fallecimiento del Reverendo Rafael Ciro